Artículo Especial
Feliz inicio hacia un mundo desconocido
Happy start to an unknown world
Daisy del Valle Molina1*
1Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara. Cuba.
*Autor para la correspondencia: Correo electrónico: daisy@infomed.sld.cu
RESUMEN
El Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas de Villa Clara sin dudas se ha caracterizado por cambiar el horizonte laboral de muchas personas. Los inicios de esta institución eran muy inciertos, los usuarios de diferentes especialidades que habían estado suscritos a títulos de revistas relevantes llegaban con cierta desconfianza de que esta nueva modalidad compensara sus necesidades de información. Gracias al trabajo intenso de su colectivo, su gran sentido de pertenencia con las tareas que realizaban, sus iniciativas, disciplina, respeto hacia los demás y hacia su trabajo, muy pronto se hicieron frecuentes las visitas de especialistas, residentes y alumnos. Lo aprendido en él y las experiencias acumuladas favorecen el crecimiento profesional de sus especialistas, cuestión que ha permitido que, a través de estos 50 años, hayan mantenido en alto un centro que constituye la piedra angular del sistema nacional de información de Ciencias Médicas en Villa Clara.
DeCS: centros de información/historia.
ABSTRACT
The Provincial Information Center of Medical Science in Villa Clara has undoubtedly been characterized by changing the working life of many people. The beginnings of this institution were very uncertain; users of different specialties who had been subscribed to titles of relevant journals arrived with certain distrust that this new modality compensated for their information needs. Visits of specialists, residents and students became frequent very soon thanks to the intense work done by the group of workers, their great sense of belonging to the tasks they performed, their initiatives, discipline, respect for others and their work. What people learned by working there and the accumulated experiences favor the professional growth of its specialists, an issue that has allowed, through these 50 years, to have maintained a center that constitutes the cornerstone of the national information system of Medical Sciences in Villa Clara.
DeCS: information centres/history.
Recibido:1/07/2019
Aprobado:15/07/2019
En el verano del año 1969 mi vida profesional tuvo un giro hacia un mundo completamente desconocido. La gran sorpresa ocurrió el día en que el Director Provincial de Salud, Dr. Rafael Figueredo González, me informó que yo había sido designada por el Consejo de Dirección para asumir la creación de un Centro de Información en Ciencias Médicas a nivel provincial.
Mis primeras interrogantes fueron: ¿qué es un Centro de Información de Ciencias Médicas?, ¿estaba realmente preparada para ocupar tan alta responsabilidad? En los meses de agosto y septiembre fui remitida al Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas (CNICM). Allí encontré cientos de colegas que trabajaban intensamente en esta importante profesión. Fui acogida con fraternal afecto en las distintas áreas para enriquecer mis experiencias y conocimientos. Terminada mi jornada laboral y agotada de recibir tanta información de las diferentes tareas que se realizaban en dicha institución, me iba a la casa de visitas ubicada en las calles 17 y 2 del Vedado. Recibí muchas explicaciones e importantes orientaciones del entonces director del CNICM, Joaquín Torres Collazo, de quien tuve un gran apoyo en la creación de este Centro de Información.
Ya de vuelta en nuestro territorio, el director provincial me asignó tres oficinas en los bajos de la propia Dirección Provincial de Salud. Estos locales anteriormente correspondían a Higiene y Epidemiología, y lo primero que pensé fue que visualmente no resultaban atractivas para el personal de salud y futuros usuarios que lo visitarían. Nos dimos a la tarea de transformar esta realidad; tapizamos parte de las paredes con listones de madera barnizados y se colocó un gran búcaro en una esquina con espigas de naturaleza muerta y un reloj de pared. Adquirimos un buró que se forró de formica blanca, dos mesas ovaladas de color verde que podían ser ocupadas por cinco personas, un mueble que se adaptó para los ficheros y varios asientos que tomamos del mobiliario del salón de reuniones. También se mandó a hacer una mesita pequeña, forrada en formica blanca, que tenía una paleta que permitía al usuario sentarse y tomar notas de artículos científicos en microfilm. En esa época no existían las fotocopiadoras y la mayoría de los artículos se solicitaban en microfilm; la otra opción era la fotografía en papel especial, pero resultaba muy costoso. Con todas estas acciones el salón de lectura se convirtió en un lugar atractivo y acogedor.
En el segundo local se colocaron estantes para almacenar las publicaciones y el tercero se preparó como oficina, con una máquina de escribir, un mimeógrafo y un buró.
Comenzó a trabajar conmigo una joven pequeña, dinámica y alegre, con el nombre de Lidia Montes de Oca, personaje inolvidable en la historia de ese Centro y en mi memoria. Lidia cumplió su estancia de seis meses de trabajo práctico como graduada de la escuela de bibliotecología médica, que fue una iniciativa de Torres Collazo para formar técnicos medio en esta especialidad.
El horario en que funcionaba el Centro era de 8 am. a 5 pm. y dos días a la semana se extendían los servicios hasta las 10 p.m. Comenzamos a recibir usuarios de diferentes especialidades que habían estado suscritos a revistas relevantes, y que en un principio desconfiaban de que esta nueva modalidad pudiera resolver sus necesidades de información. Nuestro principal objetivo fue demostrar la eficacia del Centro en todas las esferas; se trabajó con respeto y ahínco y muy pronto teníamos frecuentes visitas de estos importantes especialistas, residentes y alumnos de tercer año en adelante, que ya habían terminado sus dos primeros años en la Escuela de Medicina en Girón. Semanalmente se recibía también a un grupo de especialistas del Hospital Docente Clínico Quirúrgico de Cienfuegos.
A los seis meses de incesante trabajo ya se habían organizado las publicaciones en los estantes y los microfilms, se habían confeccionado las fichas, las copias de bibliografías del CNICM y las copias de traducciones de magníficos artículos escritos en varios idiomas. Se realizó un censo de los profesionales de la salud de la provincia con la ayuda del Consejo de Sociedades Científicas, jefes de grupo de especialidades médicas y directores Regionales de Salud. Se asumió la distribución a profesionales y red de bibliotecas, tarea que hasta ese momento realizaba el CNICM.
Para ese entonces, comencé a realizar las traducciones de artículos sobre mortalidad infantil para los pediatras de la provincia, con la selección de temas y revisión final del inolvidable Dr. Joaquín Peralta. La mortalidad infantil tenía prioridad entre las líneas de trabajo del Ministerio de Salud Pública. Esta tarea les fue asignada posteriormente a las dos traductoras que se habían incorporado al centro, en los idiomas inglés y francés.
En ese período Lidia tuvo que partir para terminar sus estudios en la Habana y fue después que recibí en el colectivo de trabajo a tres jóvenes ya graduadas como técnicos medio. Si bien Lidia ha ocupado un espacio especial en mi trayectoria laboral, estas tres lindas muchachas ocuparon el lugar de personas inolvidables: Gloria (Glorita), Nenita y Lina. Tres joyas. Con fuerzas renovadas comenzamos a confeccionar nuestras propias investigaciones bibliográficas, las que eran apoyadas por las que teníamos en el fondo donado por el CNICM.
Las publicaciones suscritas para nuestro centro llegaban en grandes cantidades de cajas que teníamos que poner en el pasillo y hacer trabajos voluntarios de noche. Los trabajadores del Departamento de Estadística participaron con nosotras en esas alegres noches con su jefa, la querida compañera Coralia Villazón Molina, quien posteriormente fungió como directora del centro hasta su jubilación. Se trabajaba con mucha responsabilidad, se organizaban las publicaciones por títulos, número y meses, se cantaba, se escuchaba música, hacíamos café. ¡¡¡QUÉ ETAPA TAN LINDA!!!
Luego se incorporó la joven Ivens como traductora de francés, quien había sido mi profesora en la Escuela de Idiomas de Santa Clara y Margarita Sotero, magnífica traductora de inglés que siempre se destacó por su disciplina. Era un magnífico equipo de trabajo en el que había juventud, y sobre todo, una gran entrega al trabajo.
Por esa época se incorporó también la inquieta Olguita, que apenas contaba con la edad laboral y que se entrenó como mecanógrafa y posteriormente como oficinista. Para su edad, era increíble su seriedad, disciplina y deseos de aprender, convirtiéndose en una trabajadora destacada. Casi al mismo tiempo se incorporó Mineko, muchacha de origen japonés que fue adiestrada como mecanógrafa y que gracias a su constancia y disciplina aprendió rápidamente. La otra mecanógrafa fue Lourdes, quien posteriormente se trasladó a La Habana y trabajó en el área editorial del CNICM.
El colectivo de trabajo se completó con la entrada de Flérida y Baltazar, ambos se dedicaron a tareas de control de las publicaciones y distribución de los títulos a las bibliotecas de la red de la provincia, según su categorización y especialidad. Y no puedo dejar de mencionar a Amelita, trabajadora de servicio que mantenía el centro con una limpieza impecable y nos ofrecía un rico café.
Estos fueron los compañeros con los que trabajé en el Centro hasta el año 1972. Luego fui solicitada por el entonces Ministro de Salud Pública, Dr. Heliodoro Martínez Junco, para cubrir la plaza de Subdirectora del CNICM.
Nunca olvidaré las visitas realizadas a la red de bibliotecas, donde conocí bibliotecarias muy creativas que con escasos recursos hacían maravillas. La red se amplió y se creó un sistema que se extendió por todo el país y que afianzó el trabajo iniciado por el CNICM en el año 1965. Así fue como nació el Sistema Nacional de Información de Ciencias Médicas.
Un momento importante fue la creación de los primeros libreros para las zonas rurales. Esta experiencia sirvió para que el CNICM creara pequeñas unidades de información en los policlínicos que no tenían la condición de ser docentes. Llegaron a existir libreros internacionales donde tenían situadas las publicaciones nacionales a disposición de los cooperantes internacionalistas.
Aprendí sobre la importancia de la educación al usuario, para identificar sus necesidades de información y realizar las búsquedas que permitan dar las respuestas adecuadas. Otro aspecto importante fueron las entrevistas a los usuarios en mis visitas a las bibliotecas de la red, conocer sus necesidades de información y el uso de la biblioteca. Todo este aprendizaje llevó a que el Profesor Dr. Francisco Rojas Ochoa, me instara, a que ya ubicada en el CNICM, creara un programa de Educación a Usuarios e impartiera cursos a distintas instancias del sistema nacional de salud. En la primera etapa fueron clases presenciales y se iniciaron en los institutos de investigación, posteriormente por medios audiovisuales fue extendido a toda la red de bibliotecas del país y las bibliotecarias lo impartían en su comunidad. Estos temas eran acompañados por un plegable que se entregaba a los usuarios con los aspectos más significativos señalados en el audiovisual.
La experiencia obtenida con el acompañamiento de un grupo de trabajadores que tenían un gran sentido de pertenencia con las tareas que realizaban, sus iniciativas, disciplina, respeto hacia los demás y hacia su trabajo, me hicieron crecer, aprender de ellos y aplicar estas experiencias en etapas posteriores en las distintas tareas que he enfrentado en mi trayectoria laboral.
Felicidades a todos los trabajadores que a través de estos 50 años han mantenido en alto un centro que constituye la piedra angular del sistema nacional de información de ciencias médicas en Villa Clara.
Mi eterno agradecimiento.
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