GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL: IMPACTOS SOBRE LA SALUD HUMANA Y AMBIENTAL
Lic. Iván Alfonso Tejeda
Licenciado en Educación. Especialidad Filosofía. Asistente. ISCM-VC.
"¿Qué sentido tienen, para la inmensa mayoría de la humanidad, los avances espectaculares de la ciencia, los vuelos espaciales, la posible colonización de Marte y cosas por el estilo, si millones de niños mueren cada año, aun cuando pudieran ser salvados al costo de solo unos centavos por cada niño?"1.
Esta reflexión de Fidel Castro constituye un punto de partida válido para adentrarnos en el estudio de los principales problemas de salud en el mundo, derivados de los procesos económicos y políticos vinculados a la globalización, como fenómeno típico de la sociedad que se adentra en el tercer milenio de la Era Cristiana.
En los primeros enfoques teóricos sobre dicho proceso, se impuso cierta corriente de pensamiento que aludía a los efectos benéficos del mismo, por el potencial igualador que se alcanzaría en un contexto de economía interdependiente, con iguales oportunidades para todos los países y regiones.
Sin embargo, hasta hoy tienden a acentuarse los efectos diferenciadores, que generan un panorama caracterizado por la exclusión de numerosos países de los beneficios de la revolución tecnológica globalizada. En tales circunstancias de predominio de la razón instrumental, al margen de las necesidades reales de los pueblos, hay sectores que por no constituir potenciales inmediatos de reproducción del capital no se consideran, según los patrones de acumulación dominante, como prioridad de las políticas públicas y empresariales.
Uno de estos sectores excluidos lo constituye la salud, pues la desigualdad distributiva impide la estructuración de políticas y estrategias de alcance global, regional o local, al carecer los países menos desarrollados de los recursos de infraestructura, así como del conocimiento y la capacidad para generarlos y utilizarlos, pues estos alcanzan solo a las naciones industrializadas.
En el ámbito de una economía globalizada, el proceso de transnacionalización, a su vez, potencia sectores de rápida maximización de la ganancia, y desplaza la salud a una posición no contemplada como sector atrayente para la inversión de capital. En tal caso, se priorizan las inversiones en el sector de la producción de medicamentos y de desarrollo de la tecnología vinculada al tratamiento de la salud, la mayor parte de las cuales solo están al alcance de una minoría de países que pueden enfrentar sus elevados costos.
La situación del África Subsahariana es un ejemplo de esto, pues enfrenta el caos que constituye la presencia de 28,5 millones de enfermos por el VIH-SIDA, y solo puede adquirir 1,3% de las ofertas que las transnacionales de la rama Químico-Farmacéutica sitúan en el mercado, con lo que pueden acceder a los tratamientos de contención de la enfermedad y de mejoramiento de la calidad de vida de 30 000 enfermos, es decir, 0,11 % del total. Triste realidad que nos revela que "... el hombre real y concreto, cubierto tal vez de apremiantes necesidades insatisfechas, no interesa en absoluto a una moral inspirada en el puro mercado. Las necesidades humanas no cuentan, o solo lo hacen al margen de su racionalidad o urgencia, en tanto que condicionan un valor de cambio."2.
La transnacionalización, por tanto, concentra la riqueza y expande la pobreza, cuyas implicaciones para la salud humana se resumen en la falta de focalización hacia los grupos de riesgo, mantenimiento de sistemas gerenciales y administrativos deficientes, lo que se expresa a escala social en una alta mortalidad a edades tempranas por enfermedades infecciosas, muchas de ellas inmunoprevenibles, así como un perfil epidemiológico diferencial en los distintos estratos socioeconómicos3.
De esta situación no se exceptúan las sociedades industrializadas, pues al constituir "... la equidad en materia de atención médica, así como el acceso a servicios sanitarios de fundamental importancia para la salud, el desarrollo y la justicia social "4, muy lejos se está de alcanzar allí este propósito por las desigualdades acumuladas hacia el interior de estos países en grupos sociales y segmentos de población marginados y en consecuencia desprotegidos, con escasas o nulas posibilidades de atender sus problemas de salud más simples, lo que agrava el cuadro epidemiológico de estos sectores que están en desventaja.
En opinión de Anthony J McMichel: "existen grandes diferencias entre ricos y pobres en la incidencia de enfermedades (...). La población más acomodada hace frente a estos problemas erigiendo barreras más altas (...) entonces la vulnerabilidad de los pobres es aún mayor (...) con unos niveles elevados de desempleo y pobreza"5.
Otro proceso que incide sobre la situación de la salud en el mundo lo constituye la revolución de la información y de los medios tecnológicos que la proporcionan y difunden.
El imperio mediático, conformado por la infraestructura mundial de comunicaciones que genera la posibilidad de una audiencia planetaria en tiempo real, reproduce un mensaje enajenante, impregnado de violencia y banalidad consumista, nocivo a la salud física y psíquica. En opinión de Ignacio Ramonet:" las imágenes de los medios de difusión masiva (...) son máquinas insistentes, hechas para que florezcan y triunfen estúpidos y soberbios los estereotipos"6.
Al adquirir la condición de mercancía, la información se incorpora como una más, cuyo criterio de rentabilidad depende de las utilidades de su venta, y aparece lo que Tim Connell ha catalogado como "la ingenuidad diabólica del virus electrónico"7, que incide sobre la salud en la medida en que los medios de difusión globales en función del capitalismo transnacional, conforman las modalidades del consumo y estilos de vida8 poco favorables a la salud, proclives a desatar adiciones fatales y procesos morbosos desencadenantes de enfermedades, tales como hipertensión arterial, hipercolesterolemia, dolencias cardiovasculares y enfermedades del sistema endocrino, entre otras.
Debe destacarse que el proceso de globalización, enfocado desde la lógica irracional del mercado, significa una amenaza al desarrollo sostenible, pues ataca la salud de los ecosistemas y poblaciones más diversos del planeta, destruye unos y coloca a otros al borde de la extinción.
Este problema adquiere prioridad, pues simultáneamente con la destrucción de las condiciones naturales de la vida y de ecosistemas productivos, que de hecho ya constituye un problema de salud humano y ambiental, se destruyen sistemas de valores y modos establecidos de entender la relación hombre-naturaleza desde la perspectiva del equilibrio.
Es un reto para la ciencia y para la sociedad, modelar nuevos planos de la realidad social que promuevan una distribución equitativa de las ventajas económicas, científicas y tecnológicas de la globalización, en función de un mundo más justo, más humano y, en consecuencia, más saludable.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Castro Ruz F. Discurso en acto de conmemoración del 49 aniversario del Asalto al Cuartel Moncada. Periódico Trabajadores 2002;(30):8
2. Fabelo Corzo JR. Mercado y valores humanos. En: Los valores y sus desafíos actuales. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; 2001. p.151-76.
3. Rojo Pérez N. Pobreza y salud. En: Comunidad y grupos poblacionales en atención primaria de salud. La Habana: Escuela Nacional de Salud Pública; 2002. p. 33-6.
4. Feachem GA. Un nuevo siglo para la salud pública internacional. Bol OMS. 2000; 2:17-8.
5. Mc Michael. La salud y el entorno urbano en un mundo cada vez más globalizado: problema para los países en desarrollo. Bol OMS. 2001;4:7-8.
6. Ramonet I. Falsas apariencias. En: Propagandas silenciosas. Instituto Cubano del Libro; 2001. p. 7-12.
7. Connell T. Hacia una filosofía de la comunicación. Rev Casa Américas. 2001;224:123-6.
8. Portes A. Comunidades transnacionales: su surgimiento e importancia en el sistema
mundial contemporáneo. Rev Temas. 1996;5:109-20.
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