COMUNICACIÓN
Los estadios motivacionales en la valoración de los consumidores sociales de alcohol
Motivational stages in the evaluation of social alcohol consumers
MSc. Carlos Manuel Águila Alomá
Especialista en Psicología de la Salud. Máster en Psicología Médica. Profesor Auxiliar. Correo electrónico: carlosaa@ucm.vcl.sld.cu
DeCS:
consumo de bebidas alcohólicas/psicología, motivación
DeCS: alcohol drinking/psychology, motivation
Desde que a mediados
del siglo pasado el consumo de alcohol y otras sustancias adictivas se convirtió
en un serio problema de salud con implicaciones socioeconómicas y políticas,
el combate contra el flagelo de la drogadicción dejó de ser solo
un problema de algunas naciones para convertirse en un problema de de carácter
prioritario para la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Disfrutar
del efecto sin pagar las consecuencias es la ilusión del adicto, la esperanza
del bebedor en riesgo y la creencia del bebedor social; el tránsito de
las motivaciones personales por estos estadios de consumo transcurre de manera
paulatina, aproximadamente para el 70 % de la población mundial, y para
el 10 % -12 % llega a constituir un problema de salud en su más amplia
acepción.1
La contribución
de la psicología a la clasificación en estadíos motivacionales
del consumo individual de sustancias adictivas, como el alcohol, constituye
una herramienta probada en la clínica por su valor predictivo que, además,
es susceptible de refractarse en enfoques teóricos diversos y, por tanto,
asimilables por la mayoría de los tratantes, sean médicos o psicólogos.2
En nuestra
experiencia, incorporamos las concepciones de Rump, Hopke y John, así
como la de Santos y la de Da Silva, citados por Flores,3 que orientan el trabajo
con el adicto a través de diferentes estadios motivacionales, en la búsqueda
de una motivación personal para el cambio en el consumo hacia comportamientos
más sanos o hacia la abstinencia total.
Los estadios
suelen clasificarse en: precontemplación, contemplación, preparación,
acción y mantenimiento; originalmente, estos se aplicaban a la descripción
del estado de conciencia del paciente, y lo más o menos cercano que se
encuentre de una conducta motivada hacia el abandono del consumo. En nuestro
caso, que trabajamos e investigamos en etapas previas a la adicción o
dependencia, reconceptualizamos dichos estadios operacionalmente a través
de escalas, como la Escala para la evaluación al cambio de
la Universidad de Rhode Island (URICA), el Inventario de Procesos de Cambio
(IPC) y la Entrevista Psicológica Focalizada, teniendo como
fundamento criterios teóricos sustentados en el papel de la autovaloración
personal en la regulación consciente e inmediata de la conducta y su
expresión en la Intención Conductual.4,5
El estadio
precontemplativo lo caracterizamos como aquel en el que el consumo no constituye
un motivo identificable en el disfrute personal ni en el estilo de vida del
sujeto, por lo que el peligro de consumo no implica un contenido autovalorativo
de significación y las intenciones conductales del sujeto se encuentran
en gran medida condicionadas por valores personales y sociales; esta es la etapa
característica del bebedor social ocasional o circunstancial.
En el estadio
contemplativo el consumo constituye un motivo identificable de disfrute personal
circunstancial o frecuente, forma parte del estilo de vida, y el peligro de
consumo se encuentra dentro de los contenidos autovalorativos que regulan las
intenciones conductuales ante posibles excesos; esta etapa es la de los bebedores
moderados y los ocasionales, que suelen propiciar las circunstancias sociales
y personales para el consumo por razones diversas. Por regla general, el 50
% de la población mundial permanece o transita por esta etapa durante
años, con consecuencias menos dañinas en lo personal y social
(solo 2/10 bebedores llegan a erigirse en bebedores problema).
El estadio
de preparación tiene como característica esencial la presencia
de un estilo personal de vida en que el placer personal se encuentra claramente
asociado al consumo de la sustancia adictiva; en los contenidos autovalorativos
se refleja el daño y el peligro del consumo en exceso y continuado, lo
que, sin embargo, promueve una intención conductual insuficiente, pobremente
definida en lo cognoscitivo y débil emocionalmente; de ahí que
sea la etapa caracterizada por frecuentes racionalizaciones, negaciones,
proyecciones, desplazamientos, entre otros, todos ellos
mecanismos psicológicos con los que el sujeto, en etapa de consumo riesgoso
o perjudicial, trata de evadir su realidad sin lograrlo, y experimenta la angustia
de su ambivalencia, lo que, en su aspecto positivo, sirve de preparación
para la motivación al cambio.
Si el estadio
contemplativo resulta el ideal en las políticas de salud disuasivas y
de prevención, el estadio de preparación es el idóneo para
el comienzo de la Intervención psicoterapéutica breve.5-7
La etapa
de acción, como lo indica su nombre, se caracteriza por la clara intención
de búsqueda de ayuda y de motivación al cambio; la autovaloración
regula consecuentemente en este sentido, coincide con la etapa de contacto en
la mayoría de los servicios médicos a los que acude el adicto
por diversas vías; se trata de un enfermo que asume la alternativa que
considera más positiva y, por ende, acepta el tratamiento.
Por último,
la etapa de mantenimiento refleja la persistencia y la fuerza reguladora de
la autovaloración ante las altas y bajas de una conducta
consecuente con la abstinencia o, por lo menos, con un consumo significativamente
menos dañino.
En nuestra
experiencia, tanto con enfermos como con sujetos en fases pre-mórbidas,
el modelo en estadíos no se comporta linealmente: varía según
etapas de la vida, cambios en las condiciones sociopersonales, entre otras.
Las personas avanzan o retroceden en las etapas, de manera tal que se asemeja
más a una espiral en que el ascenso no niega la etapa anterior; solamente
la supera en el aquí y ahora.
El enfoque
psicológico a través del papel de la autovaloración como
promotora de estadios emocionales significativos con relación al consumo
en el bebedor o en el adicto, complementa sustancialmente criterios clínico-dietéticos
tradicionalmente considerados por los servicios médicos, sin perderse
en descripciones caracterológicas con frecuencia de difícil constatación.8,9
La personalidad
y la esfera de intereses y motivaciones, en su complejo condicionamiento intrínseco
y extrínseco, rebasa el simple patrón genético;
de hecho, es una construcción personal, en cuyas contradicciones,
tanto la psicología como la medicina, pueden encontrar posible explicación
a las decisiones personales que conducen, cada vez con más frecuencia
a gran parte de la humanidad, al consumo autodestructivo de sustancias adictivas.10
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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10. Guardia-Serecign J. Cambio de paradigma en el tratamiento del alcoholismo de baja gravedad. Rev Adicciones. 2011;23(4):299-316.
Recibido: 3 de
febrero de 2012
Aprobado:
6 de enero de 2013
MSc. Carlos Manuel Águila Alomá. Especialista en Psicología de la Salud. Máster en Psicología Médica. Profesor Auxiliar. Correo electrónico: carlosaa@ucm.vcl.sld.cu
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