POR UNA FORMACIÓN CULTURAL EN LAS UNIVERSIDADES MÉDICAS

Norma Molina Prendes

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Resumen

El médico, a lo largo del tiempo, ha tenido una formación tal que le ha permitido desempeñar innumerables funciones. Son infinitos los ejemplos que recoge la historia acerca de su influencia en la sociedad. De reconocido prestigio, no sólo ha curado enfermedades “físicas” sino también de tipo “espiritual”, o sea, más que tratar la enfermedad ha asistido al hombre, incluso, le ha ofrecido consejos en caso necesario.

Este accionar del médico en la sociedad ha estado en correspondencia con determinadas concepciones acerca de la medicina: “La medicina es una ciencia que tiene por objeto la conservación de la salud, la curación de las enfermedades y el mejoramiento físico y moral del hombre”1.

Para ejercer este tipo de medicina se necesita un médico con una formación cultural que le permita ejercer influencia no sólo en el enfermo sino en toda la actividad de la persona humana, sana o enferma.

En la actualidad, esta ciencia se caracteriza no sólo por un incremento de tecnología que permite la lucha contra enfermedades; sus adelantos van acompañados de nuevas actitudes en función del hombre, de su equilibrio, de su armonía, al considerar la salud en su acepción más amplia y no limitarla a la condición de “no estar enfermo”.


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